Recuerdo cuando atendí a Nelzibeth Sánchez. Ella sufría de alergias oculares, rinitis y asma por muchos años. Cuando conseguí el origen y la solución de sus problemas, estaba tan agradecida que me trajo una lasaña para 30 personas y un postre llamado quesillo. Era muchísima comida, la disfruté por todo un mes.

Tuve un paciente jamaiquino, diabético tipo 2 con importante descontrol de su glicemia, cataratas y retinopatía diabética en ambos ojos. Había probado muchos tratamientos, pero no le funcionaban. Cuando le ofrecí las soluciones desde un punto de vista más integral que necesitaba, estaba tan contento que cada vez que venía a una cita me cantaba reggae.

En junio del 2022, tuve la dicha de ayudar a una paciente ucraniana, con su mamá y hermana que estaban huyendo de la guerra en su país. Mientras revisaba su deshidratación ocular por usar lentes de contacto, me contaron su conmovedora historia, cuando les tocó dejar a sus familiares hombres. Tuvimos que entendernos mediante el traductor de Google. No fue nada fácil, ¡pero lo logramos!

En el 2022 atendí a una niña de 9 años de edad, hija de unos migrantes venezolanos. Durante años padeció de epilepsia, lesiones blanquecinas en la córnea y veía muy poco. Con las terapias de oftalmología funcional, detecté que tenía una reacción inflamatoria por consumir lactosa y harina de trigo. Sus padres no podían creer que quitándole los lácteos e incorporándole vitaminas, se curó por completo de los ojos y la epilepsia.